¿Todos los niños le tienen miedo al Coco? o No es lo mismo temer al coco que al milico

Por: Elizabeth Palacios

 

Seguramente todos recordamos los miedos que teníamos en nuestra infancia. Algunos temíamos que llegara el Coco y nos llevara lejos de los brazos de papá y mamá; otros temían al Diablo, a las arañas, al mounstro del armario, a las brujas en sus escobas… pero también hay niños y niñas en nuestro país que tienen un miedo dirigido a algo mucho más real y muchas veces mortífero: los militares.

¿Cómo no van a tener miedo?, si desde que  tienen uso de razón y memoria han sido testigos de cómo el Ejército entra en sus pueblos, amenaza y lastima a sus padres y madres, los intimida y asusta a ellos y ellas.

Como lo hace desde hace décadas, el Ejército sigue violentando los derechos humanos de comunidades enteras en la Montaña de Guerrero. Su pretexto para torturar, amenazar, violar y traumatizar a cientos de niños y niñas es «que sus padres son parte de grupos armados que están contra el gobierno» pero ¿acaso hay otra opción en las agrestes montañas sureñas del país?, yo invitaría a quienes se llenan la boca de decir que la militarización «ha dado buenos resultados para el combate al crímen organizado» (porque ellos meten en el mismo frasco a los narcotraficantes, los secuestradores, la guerrilla y los movimientos sociales), a decirnos ¿esos son los  resultados esperados? porque si aplauden que irrumpan en la  vida de comunidades enteras, destruyan sus viviendas precarias, intimiden a sus mujeres, niños y niñas, desaparezcan a sus hombres y les fabriquen «pruebas» de supuestas  relaciones con el narcotráfico, yo no quiero esa «fórmula mágica» en mi país.

Yo pregunto ¿usted sacrificaría la salud física y mental de sus hijos en aras de la «seguridad» de su país? No lo creo. Entonces ¿por qué nos quedamos  callados cuando diariamente los militares acaban con la inocencia de niños y niñas guerrerenses?

De acuerdo con información proporcionada por Amnistía Internacional México, «Omar García, un adolescente de 14 años, fue torturado durante más de tres horas [en el municipio de Coyuca de Catalán, Guerrero]: le aplicaron descargas eléctricas, le vendaron los ojos, le cubrieron la cabeza con una bolsa de plástico, y le golpearon y amenazaron con castrarlo», ¿Así es como pretenden garantizar la seguridad en este país?

No puedo evitar indignarme al escuchar los slogans publicitarios donde el Partido Acción Nacional intimida a la ciudadanía argumentando que si no vota por él será dar pasos atrás y dejar a México «en manos del crímen» y ¿no es un crimen lo que el Ejército hace con la gente en esos lugares recónditos y tan pobres que muchos prefieren borrar del mapa del país?

Alzo mi voz, mi pluma y mis entrañas ante tales injusticias. Deploro los métodos que, en aras de la seguridad, insititucionalizan y justifican las peores violaciones a los derechos humanos de cualquier persona, pero sobre todo, ¡grito en contra de quienes lastiman, torturan, violentan y roban la inocencia de las hijas y los hijos de México!

Las palabras son mis armas, también son tuyas. Úsalas.